Un día cualquiera de tu vida te detienes sin saber porqué; quizá ha sido el viento el que en su soplo arrastró algún lamento, tal vez la lluvia al mojar la tierra desprendió ese olor que te envolvió de nuevo en la infancia, o el ver a tu hijo de pronto hecho un hombre: no lo sabes, quizá fue eso.
Solo sabes que la vida se te amontona de golpe, casi te asfixia; y descubres que el tiempo no para. Decides darle ese sentido del que todo el mundo habla, sabes que dentro de ti hay mucho, mucho que ofrecer; pero sobre todo no tienes otra opción, alguien ya eligió por ti, no hay marcha atrás, ¡la suerte está echada!
Das rienda suelta a tus fantasías, la creatividad fluye a borbotones sobre el lienzo, creas tu propio mundo, inventas tu universo.
¡Por fin!, ¡ya es tiempo de ser tú! Ya puedes soltar tu cabello al viento. Brotan las primeras ideas, la semilla oculta en el interior germina hacia la luz a la vez vez que una dicha indescriptible invade tu ser.
Ya no puedes parar, comienza tu creación y sabes que siete días no serán suficientes, ni siquiera el resto de tu vida.
Pintando palabras
Portalo
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