Amarrando el tiempo
Quizá es que quiero amarrar el tiempo, atarlo con las palabras. Siento como que al escribirlas se convirtieran en pedacitos de alma, en suspiros por momentos pasados, por historias vividas. En colores olvidados de miradas que ya partieron y dejaron una huella profunda. Siento que lo sentido permanece siempre, y que la vida es muy breve para desperdiciarla. Con el paso de los años te das cuenta de que el mundo, aunque cambia, es el mismo, y tú continúas siendo también la niña tímida e insegura que por momentos fugaces salía de su escondrijo a mostrarse. Que las personas repiten constantemente los diferentes roles, y que aunque intentas protegerte con nuevas corazas, siempre hay puñales que las atraviesan. Quieres aprender de lo vivido y no sabes si te permitieran otra oportunidad, si evitarías caer en los mismos errores. Quizá la imperfección sea lo que más nos caracteriza a los humanos, y quizá también sea esta la que nos impregna de misterio y belleza. Todos escribimos un libro. Nuestro pasado son esas hojas ya leídas que a veces quisiéramos borrar, pero no podemos, la tinta es indeleble. Muchas páginas son hermosas, y con la perspectiva del tiempo lo son aún más. Otras fueron horribles, esas solo las podemos pasar y continuar escribiendo. Los personajes aparecen desde la primera página, el libro está lleno de ellos, pero no todos tienen la misma importancia. Como en los colores los hay "primarios"; los magentas, amarillos y azules son imprescindibles, son los que pintan tu lienzo, con solo ellos los infinitos matices impregnan tu vida, le dan todo el sentido. Recorriendo el lienzo vas descubriendo a los "secundarios", ellos complementan a los anteriores, dan fuerza e intensidad a tus vivencias. Muchos permanecen por siempre, otros pasan y se acercan solo el tiempo necesario para cumplir su cometido. Pero pintar nunca es fácil, muchas veces el color se emborrona y oscurece, los negros aparecen como monstruos de pesadillas y de nuevo el miedo y la inseguridad aparecen. Muy raras veces, y cuando menos lo esperas, un ángel blanco ilumina el cuadro con esa luz atmosférica que lo impregna todo. Tu vida da un vuelco..., entonces empiezas de nuevo a creer en los milagros. El lienzo con el tiempo se completa. Se muestra tu obra. Solo quieres haber dado todo lo mejor de ti con sinceridad y nobleza. Es entonces cuando buscas un lugar hermoso donde colgarlo y poder contemplarlo.
Fragmento de "Miradas desde mi interior"
Antonia Portalo
Pintando palabras
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