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Reseña de Miradas desde mi interior

-¡Adelante M. Victoria Martín! Cómo se nota que también es filóloga… lo digo por lo que le gusta escribir y lo bien que lo hace.


- “Mª Victoria, ¿puedo pedirte un favor?”. Ese fue el mensaje que Toñi me envió un sábado cualquiera a principios de este año.

- “¿Pero ¿qué pasa, ha ocurrido algo en la familia?”. Asustada y nerviosa, fue lo que yo le contesté. Debió hacerle gracia que siempre nos ponemos en lo peor y nunca esperamos una buena noticia. Y es que en Semana Santa iba a presentar su libro “Miradas desde mi interior “en el pueblo y había pensado en mí para que colaborara en la presentación. Me pidió que me acercara a su casa a recoger el libro, que todavía no había salido al público, y que, sin decir nada a nadie, lo fuera leyendo y decidiera si aceptaba o no.

¡Dios, qué nervios! Yo no sabía qué contestar. Me asustaba que no me gustara el libro, no entenderlo o no estar a la altura de lo que ella esperaba de mí… Pero cuando llegué a casa y se lo conté a la persona con la que comparto mi vida, su apoyo y su certeza en que sería capaz de hacerlo, me animaron a aceptar. Y entonces pensé que, si a Toñi y a mí nos unen, además de la familia y las amigas, la pasión por las letras y las artes, ¿cómo puede asustar un libro a alguien que vive de, por y para las palabras y que dedica su vida a transmitir el amor por la literatura?

Y el miedo cesó en el momento en que abrí el libro y empecé al leerlo: el libro me habló y me fue dictando lo que tenía que escribir. Fue como si la protagonista del libro fuera yo, viajando en el tiempo, reviviendo momentos, aspirando olores, degustando sabores y, sobre todo, disfrutando los colores de toda una vida.

Pero en ese viaje yo no estaba sola. En ese viaje estamos todas las amigas (“ese algo erais vosotras, mis amigas”), sobre todo en los pasajes en los que Toñi escribe dibujando sus primeros años de vida y su infancia en el pueblo.: las aventuras vividas a la salida del colegio (“el camino de vuelta a casa era toda una aventura”), los veranos calurosos en los que había que buscar la forma de refrescarnos (“… en la alberca del tío Rafael podemos bañarnos…Y si no, podemos ir a la Charca”), las fiestas navideñas, más con las amigas y después con los amigos, que con la propia familia(“¡Ay,aquellas “juntas “navideñas”!), las tardes y noches eternas en la fuente (“la fuente se convirtió en nuestro lugar favorito, un icono en el inicio de nuestra adolescencia”) , y El Cerrito, siempre vigilando el transcurrir del pueblo desde su atalaya (“El Cerrito ,allá a lo lejos ,pinta un cuadro costumbrista de pequeñas y derruidas casas”), las carrozas para la romería de S. Isidro (“pronto cogí el relevo a mi madre para organizar las carrozas con mis amigas”).

“Hicimos una maleta y la llenamos de sueños. A lomos de `Pegaso alado´ recorrimos el camino hacia ellos… “. Como para tantos de los que ahora leéis estas palabras, llega el momento de marcharse. El cambio debió ser doloroso y brusco (“Todo cambió, la enorme y flamante casa del pueblo se quedó vacía mientras que en ésta no había sitio ni para respirar”). Pero no era cierto: en aquella casa cabía todo el que llegaba. Años después yo comencé a trabajar en Toledo y algunos fines de semana los pasaba en Madrid. Entonces volvíamos a reunirnos los primos y, sobre todo, las amigas que allí vivían. Primero quedábamos en “El Isi” y de allí, siempre juntas, al “Teloncillo” (“los litros de cerveza corrían a raudales provocando en ocasiones torpes desequilibrios…”.

En fin, hay que leer el libro para saber cómo continúa. Lo que está claro es que Toñi ha ido coloreando con sus palabras e ilustrando con sus dibujos la vida de muchos de nosotros. Pero hay alguien que está muy presente a lo largo de todo el libro. Y aunque mis palabras están dedicadas a Toñi y a su libro, con tu permiso, Toñi, mis últimas palabras serán para ella, para aquella prima y amiga que ya no está: “Después de un horrible verano se apagó tu luz, los engranajes de tu reloj se rompieron una mañana de octubre…Notas trágicas de dolor brotan de tu `Hombre al piano´”. No hace falta decir su nombre, porque siempre está con nosotras.

Miradas desde mi interior” es un paseo por la vida de Antonia Portalo Sánchez, escrita con una sensibilidad que va más allá de las palabras. Y yo quiero agradecerle desde aquí que me haya dado la oportunidad de acompañarla en esta aventura. Ha sido un placer enorme.

Y al final ha sido fácil, el libro me ha dado la respuesta:

” Todos escribimos un libro. Nuestro pasado son esas hojas ya leídas que a veces quisiéramos borrar, pero no podemos, la tinta es indeleble.”


Gracias Amiga, a ti en representación de todas. ¡Os quiero!, siempre formaréis parte de mi vida; no lo dudéis nunca.


Antonia Portalo


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